Entiendes lo que quieres, no lo que
debes, Clodia[i],
no tienes de qué preocuparte; es un síntoma confuso que experimenta casi todo
el mundo en estos días, quizás triunfes a pesar de escribir muy bien, pero lo
harías por la tela con la que tejes tus relaciones, no por tus escritos.
Yo, en cambio, no lo haré, sin saber por
qué cuido mi independencia como si fuera la pequeña flor de cactus de la que te
he hablado a menudo, que tantas veces he visto y me sigue emocionando por ser
una metáfora que nunca he podido desentrañar a pesar de comprenderla.
Tengo buenos recuerdos de ti, el más
perdurable me lleva a esa mañana de domingo que estuvimos charlando sobre la
vida y la obra de Pasolini[ii],
creo que crecimos en alguna dirección, lo importante no sería que la
encontráramos en algún sitio, sino el hecho de habernos asomado a los abismos
de un artista inquietante y sincero. Era el punto de partida lo que hacía
entrañable aquel encuentro, el resto no nacería de nosotros sino de las
circunstancias, nuestra única obligación es intentar hacer las cosas lo mejor
que podamos aunque nos censure la severidad de los jueces.
Me he manifestado abiertamente en contra
de que poemas mediocres, y, peor aún, ostenten una estrella de excelencia[iii].
No voy a cambiar de opinión. He leído mucha poesía como para caer en la trampa
del efectismo inocuo. Por ahí admito tus reproches, ya que sinceramente no
opinas como yo, peor sería que no tuvieras convencimiento de lo que dices.
Pero no encuentro nada malo en invitar a
Alba a que esté acompañada en las alturas por seres vivos que luchan cada
día, que, a veces están faltos de talento pero tienen la morosidad enfermiza de
un orfebre para dejarnos obras valiosas o aquellos que tienen un talento que
nadie quiere ver y luchan en las sombras cortantes de la indiferencia.
Los dos poemas de Alba que habéis
estimado antológicos, desde mi punto de vista no lo son, los tiene mejores y
más apropiados para esa distinción aunque no me he tropezado con ningún poema
suyo que podamos considerar como tales, el que uno se muera no puede ser una
excusa para agrandar la calidad de lo que ha escrito.
Puedo estar equivocado en eso último,
pero creo que para estar a la altura de la Epístola moral a Fabio, de La elegía
a las musas o de La aurora de Nueva York haría falta que supiera implicar al
lector a través de su experiencia con la de cualquiera, y pienso, pocas veces,
es cierto, que Alba está muy lejos de conseguir algo así, y no se le puede
achacar nada; la técnica se aprende con más o menos dificultad, la inspiración
también se aprende pero no nos da pistas del cómo, del cuándo y el por qué. Con
respecto a esto te diría que ha habido en el fútbol un poeta como George Best,
no ha sido el mejor futbolista, pero, junto a Garrincha y el
"Mágico", ha escrito los mejores versos persiguiendo un balón que,
con frecuencia, acababa en el lugar que él había elegido.
Permíteme dudar que Alba pueda dolerte a
ti más de lo que a mí me duelen mis muertos. Estamos hablando en la misma
lengua pero en dialectos que no se entienden entre ellos, no es un capricho
pensar que yo puedo llevar la piel, los cabellos y la forma de mirar de alguno
de ellos, son algo mío que perdí y duerme en el sepulcro, íntimamente míos con
sus imperfecciones que, a veces, no se me olvidan y con las que me veo más
humano, menos insoportable.
Ya sé, Clodia, que tú amas a Borges y te
postras ante su inteligencia, yo simplemente amo a Lorca[iv] que
aún vive en otra galaxia respecto a mí y al resto de los mortales y lo
admiro como hombre que podía tener unas sensaciones parecidas a las mías cada
vez que escribía un poema, cada vez que muriera alguien en su pueblo con quien
ya no podría tomarse un vino mientras soñaba con acabar con el analfabetismo en
España.
Desconfío de las relaciones que
establecemos a través de la Red, existe un carisma telemático que hace cinco
años dejé de tenerlo, sé que, casi nadie lee lo que escribo. Pero no me
lamento, hubo unos meses en los que no daba abasto para contestar las cartas
que me llegaban, mi carisma se sustentaba en actuar como si fuera un sucedáneo
de lo que Sabina transmitía y, probablemente no era, así creé una imagen en la
que se reforzaba la calidad del mujeriego que nunca he sido y que no podré ser
jamás. Los hijos de los conquistadores solemos pagar los pecados de nuestros
padres, Pavese se apagó un día de agosto sin llegar a comprender que las mujeres
de su pueblo prefirieran los impulsos primarios y misóginos de su padre a su
delicadeza y sensibilidad femenina que pueblan las páginas de su novela más
célebre, a pesar del dolor que hizo aflorar una misoginia primaria en su
diario.
*** *** ***
Te llamé buena persona hace unos días y
empiezo a experimentar con melancolía el temor de haberme equivocado, soy
demasiado impulsivo, pero no me arrepiento de haber pensado bien de ti, de
haber creído en la bondad de tus intenciones, sí lo haría de haber pensado mal
aunque hubiera estado en lo cierto; son los pequeños detalles los que ofrecen
una medida aceptable de nuestras miserias. Pero, con la calma que me faltó
en un primer momento, he comprendido que dos buenas personas no tienen por qué
estar destinadas a entenderse aunque sean partícipes de la misma pasión y, citando
a Quevedo a mi manera, lo importante no es estar en lo cierto sino sentir lo
que se dice.
Por favor, haz comparaciones que se
sostengan en el mismo dolor. ¿Hablaste con ella? ¿Compartiste un solo día con
ella de dolor hospitalario? ¿Superaste alguna crisis cuando la poesía agonizaba
entre los pinos en la Mallorca del invierno de Chopin? ¿La quisiste tanto que,
a veces, deseaste odiarla e incluso llegaste a pensar que no la amabas por sus
virtudes sino por sus defectos?
No queda mucho espacio para lo sagrado
en esta sociedad moderna, pero sigue habiendo actos y discursos que merecen ese
calificativo. Me has ofendido por lo que he interpretado como pedantería
indisimulada, por fingir un sentimiento que a la fuerza no puede ser muy grande
ni real, ya lo dijo Leonard Cohen en el Chelsea Hotel más o menos dos veces.
I don't mean to suggest that I loved you
the best,
I can't keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea
Hotel,
that's all, I don't even think of you
that often.
No quiero dar a entender que te amaba
mucho,
No puedo seguir el rastro de cada
petirrojo caído.
Te recuerdo muy bien en el Hotel
Chelsea,
eso es todo, solo de vez en cuando
pienso en ti.
Deduzco que tú recuerdas a Alba como
Leonard a Janis Joplin compartiendo poesía o sexo que no amor, y yo recuerdo a
mis muertos varias veces cada día, sé que es la única manera de mantener entre
los coches que invaden las aceras un poco de su aliento, de recordarme a mí
mismo que soy el amigo insignificante del viento de Poniente cuando el mar de
mi vida se torna azul y veo mi casa de la niñez invadida por otras enredaderas
que no recuerdan quién es Dios de tanto pronunciar su nombre en una lengua
desconocida.
[i] Considero que Clodia es un nombre precioso, de ninguna manera he
querido relacionarte con la Lesbia poética; desenfrenada y licenciosa.
[ii] En Ostia o en Trieste / cuando florezcan los tilos / con el cuerpo
marcado / por los golpes que suben el Calvario.
[iii] Creo que la actitud declarada de las personas que las conceden ha
colocado una losa en una calle que podría haber tenido un nombre literario.
Hola Francisco. Te leí muchos textos de este tenor; muchas conversaciones con personas de un cierto nivel de discusión más intelectual que espiritual. En uno de esos textos te comenté que sería apropiado también transcribir la otra campana, para que realmente quedara clara la magnitud de lo que se debate.
ResponderEliminarComo llevo mucho leyendo tu blog que por cierto es muy prolífico, me fui haciendo una composición de lugar (real o errónea) de lo que fue tu movimiento literario.
Mi conclusión es que pertenecés o pertenecías (no lo tengo del todo claro) a un movimiento "de élite"; uno de esos movimientos intelectuales en los que se discuten temas meramente intelectuales cuando se establece un intercambio literario y, entonces, las discusiones se transforman en una esgrima retórica y el vencedor de ese combate de esgrima es el que acomoda mejor las palabras, el que se aferra a un totem (Borges, por ejemplo, habiendo tanto y bueno que nombrar sin caer, de paso, en Cortázar, que no es nada más que otro totem). Otros se aferrarán a Machado o a Juan Ramón Jiménez y les será imposible ver a Goystisolo o a Gamoneda (por citar alguno).
Cuando se lucha por ver quién es el más intelectual, el más cercano al Parnaso por su dominio de la comparación para evaluar tal o cual cosa que lee; cuando empieza a retorcerse lo que puede tener simpleza emocional y por eso llegar absolutamente a cualquier lector y cambiarlo por el discurso funcional al lustre académico, se pierde la cercanía con lo natural y se empieza a vivir dentro de una burbuja inflada y timoneada por los egos de los que viven en el país de las burbujas culturosas.
Es una apreciación personal, por supuesto y porque soy tu lector me permito decirte lo que pienso.
Un abrazo grande!!
El arte es un momento, Simón, el oficio da para mucho. Creo que el idioma es una patria espiritual, me sentiría mal si un mexicano pensara que Juan Rulfo le pertenece más a él que a mí por haber nacido en la misma división territorial. Defendería a Yupanqui de la misma forma que lo hago como si hubiera nacido en Sevilla. En principio no tengo nada en contra de ninguno de nuestros maestros, bueno, a Cortázar a quien admiro, no le suelo perdonar que intentara masacrar al ruiseñor de Keats.
ResponderEliminarNo pertenezco ni he pertenecido a ningún grupo de élite, era simplemente un foro con un nivel aceptable, pero tampoco para echar a volar las campanas, y el motivo de la carta fue un debate en el que teniendo casi toda la razón la perdí por un comportamiento absolutamente desproporcionado.
Te aconsejo el manual de Ernst Gombrich Historia del Arte, si logras volcar sus enseñanzas en la literatura habrás encontrado algo muy importante.
Gracias, Simón, un abrazo.